Dios juega a ser poeta,
encierra sus versos en las nubes,
quien las mira encuentra rostros,
animales, objetos, figuras, una imagen…
y hablan las formas recreadas,
hablan los cuerpos transformados.

El poema se vuelve lluvia,
la tinta de Dios cae y riega la tierra,
la ropa en la cuerda,
el río, las casas, los niños que juegan,
y algo florecerá del verso,
una rosa, un árbol o un estornudo.